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San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac supieron colorear la sociedad de su tiempo con la audacia y creatividad de la caridad organizada, pintaron un nuevo lienzo donde los pobres fueron atendidos y acogidos, los hambrientos alimentados, los niños protegidos y educados…una obra de arte con un estilo insólito para el siglo XVII.
Su creación sigue haciendo hoy escuela con nuevas tonalidades en diferentes servicios pero sin perder nunca su originalidad. Y tú… ¿qué pintas?
Lánzate, atrévete a coger los pinceles del evangelio, los mismos que ellos nos dejaron: perdón, ternura, comprensión,
fortaleza, justicia, oración…Y esta aldea global se habrá teñido de color y brotarán corazones serenos, admirados, agradecidos, hermanos, que pintarán el mundo de misericordia y una misericordia que perdure
¡Vamos, sin miedos, comencemos a pintar!